Por Aquiles Julián
Muchas personas tienen una idea
equivocada de lo que es la lectura rápida y la diferencia entre un lector
eficiente o lector rápido y un lector tradicional y lento.
Creen que un lector rápido todo
lo lee a ultravelocidad.
No es así.
La lectura eficiente o lectura
rápida es una capacidad adquirida por entrenamiento para procesar información,
asimilarla y regular la velocidad de
lectura en función de la calidad, pertinencia y novedad de la información contenida en un
libro o material de lectura.
Esta estrategia de lectura es pertinente
para libros técnicos, profesionales, de autoformación y de crecimiento, donde
su valor para nosotros es sobre todo como fuente de información útil y
conectada a nuestros intereses y metas de aprendizaje.
No se aplica a libros de inspiración y espirituales, que se meditan.
Ni para libros de ficción cuya
función es estimular la imaginación, recrearnos y deleitarnos, como la poesía,
el cuento, la novela, el teatro y el ensayo literario.
Los libros técnicos,
profesionales, de autoformación y crecimiento no se leen, se trabajan.
Trabajar este tipo de libros
significa aplicar una serie de recursos para transferir la información de las
páginas al cerebro de forma proactiva.
Y aquí la lectura eficiente nos
es de mucha utilidad.
Eso significa que modulamos la
velocidad en función de un cuadrante de importancia del material a leer, que
opera con dos ejes:
El eje de la relevancia
Y el eje del conocimiento
Esos dos ejes dividen la
información en cuatro cuadrantes, que en función de su valor para las metas de
aprendizaje son:
1.
Relevante y no conocida (información nueva)
2.
Relevante y conocida (información de refuerzo)
3.
No relevante y conocida
4.
No relevante y no conocida
¿Por qué es una tontería leer todo a la misma velocidad de lectura?
Un vehículo puede correr digamos
hasta 250 kms. por hora y eso no significa que siempre que corre lo hace a 250
kms por hora.
Lo mismo en la lectura eficiente
o lectura rápida.
Un lector convencional o lento lee siempre al mismo ritmo de lectura.
Es decir, va a leer lentamente no
importa si la información con la que entra en contacto es irrelevante o
conocida, lo que reduce sus posibilidades de llegar a la información relevante
y no conocida que es su objetivo principal en la lectura.
Imaginemos que una persona lee a
un ritmo de 200 palabras por minuto.
Digamos que está leyendo un libro
de 240 páginas y cada página tiene 34 renglones de 12 palabras por renglón.
Y digamos, en aras de la
explicación, que la información de valor (relevante y no conocida) está en las
páginas 87 a 94.
A una velocidad de 200 palabras
por minuto, esa persona tendría que leerse 35,088 palabras antes de llegar a la
información A, la relevante y no conocida, Se tomaría 176 minutos en alcanzar
ese punto; es decir, casi tres horas.
Por otro lado, la información de
relevancia y no conocida esta en un puñado de páginas, 8 páginas.
Un lector lento abandonaría la
lectura, porque no se gastaría tres horas leyendo información no relevante para
alcanzar el punto donde está la información relevante.
Un buen trabajo de prelectura y
la modulación de velocidades de lectura, desde la de ultravelocidad a la de velocidad
media o a la de baja velocidad, permite que ese tiempo se agilice y se vaya prácticamente
desde el inicio a la parte de la información que importa y suma: la información
relevante y no conocida, y que refresquemos también aquella que es relevante y
conocida, descartando perder tiempo en la información irrelevante.
Repetimos, un lector eficiente o
lector rápido va ultrarápido en aquellas partes del libro no relevantes y
rápido en aquellas partes relevantes y conocidas y a un ritmo más lento (unas
300 a 400 palabras por minuto) en aquellas partes del libro con información no
conocida y relevante.
Es decir, somos capaces de variar
la velocidad de lectura según la calidad y pertinencia de la información en un
libro.
Un lector convencional o lento no
es capaz de hacerlo, no tiene esa capacidad y por eso suele abandonar los
libros a medio leer, abandonar la lectura y se convierte en un no lector.
La prelectura o skimming es lo
que nos permite clasificar la información contenida en un libro según dos
parámetros: relevante/no relevante y conocida/no conocida.
Esa diferenciación no la saben
establecer ni se la enseñan a establecer a los lectores convencionales y
naufragan en información no relevante, lo que hace que se aburran y deserten,
renunciando a los tesoros que la lectura eficiente puede proporcionarle.
Comentarios
Publicar un comentario